Pocos humanos ven estos árboles asombrosos en la vida real. Sus ambientes naturales son calientes, secos y hostiles, pero el árbol Baobab es una de las pocas plantas que pueden existir y prosperar en circunstancias tan difíciles. Para sobrevivir largos períodos de sequía, sus enormes troncos pueden almacenar hasta 26.000 litros de agua para mantener vivo el árbol.
En algunas de las regiones más áridas e infértiles de África, Madagascar y Australia el árbol Baobab crece a un tamaño enorme. Estos gigantes son una de las más grandes de los seres vivos en el planeta y tienen una vida útil potencial de más de mil años (uno es al menos 1,250 años). Son grandes amigos de sus vecinos humanos-que proporciona un recurso cada vez que se prorrogan para textiles, redes, canastas y techos. Su fruta nutritiva tiene muchas propiedades medicinales.
Estoy intrigado por el papel que estos gigantes de mil años de edad juegan en las vidas de sus vecinos humanos. Es una presencia duradera, tal vez mayor que las leyendas transmitidas de generación en generación, sus raíces profundamente entrelazados con la vida diaria. Las imágenes de esta serie reflejan tanto la capacidad de recuperación y fugacidad de la vida. A menudo me conecto un Baobab con una persona de la comunidad: una abuela, un abuelo, un hombre joven, una mujer joven, una madre, un niño chico, una niña. Mis fotografías celebran una convivencia íntima. Estos árboles se encuentran en Sudáfrica, Malí pero 6 de cada 8 ejempplares en el mundo se encuentran en Madagascar.
En algunas de las regiones más áridas e infértiles de África, Madagascar y Australia el árbol Baobab crece a un tamaño enorme. Estos gigantes son una de las más grandes de los seres vivos en el planeta y tienen una vida útil potencial de más de mil años (uno es al menos 1,250 años). Son grandes amigos de sus vecinos humanos-que proporciona un recurso cada vez que se prorrogan para textiles, redes, canastas y techos. Su fruta nutritiva tiene muchas propiedades medicinales.
Estoy intrigado por el papel que estos gigantes de mil años de edad juegan en las vidas de sus vecinos humanos. Es una presencia duradera, tal vez mayor que las leyendas transmitidas de generación en generación, sus raíces profundamente entrelazados con la vida diaria. Las imágenes de esta serie reflejan tanto la capacidad de recuperación y fugacidad de la vida. A menudo me conecto un Baobab con una persona de la comunidad: una abuela, un abuelo, un hombre joven, una mujer joven, una madre, un niño chico, una niña. Mis fotografías celebran una convivencia íntima. Estos árboles se encuentran en Sudáfrica, Malí pero 6 de cada 8 ejempplares en el mundo se encuentran en Madagascar.
Photographs and text by: Elaine Ling
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