Ota Benga nació
en 1883 en el Congo dentro de una tribu de pigmeos. Tenía unos dientes
afilados, según una de tantas tradiciones de su tribu.
En 1906 tuvo la mala suerte de cruzarse con el explorador Samul Philips Verner, el cual fue
responsable de que Ota Benga terminara
entre rejas y de llevárselo a Nueva York, donde fue encerrado en una jaula,
junto a un orangután, para gusto y disfrute de los visitantes.
"Exhibido cada tarde durante septiembre", rezaba
el letrero colocado frente a su jaula.
Cuando los visitantes llegaban ante su jaula, Ota Benga les entretenía disparando
flechas o confeccionando esteras.
Samul Philips Verner llegó incluso a presentar al pigmeo en
la exhibición antropológica de la Exposición Universal de San Luis que se
celebró a principios del siglo XX en Estados Unidos. "El verdadero africano
salvaje" es como se referían a él.
Poco a poco fueron surgiendo reacciones contrarias al
encarcelamiento del muchacho, que al principio provocaron la
"liberación" de la jaula para que pudiera andar libremente por el
zoo.
Acosado por los visitantes, Ota Benga se volvió violento y finalmente terminó en un orfanato. Allí
le devolvieron a sus dientes la forma originaria y él se ocupó en una fábrica
de tabaco, donde sus compañeros le llamaban Bingo.
Unos años más tarde, sintiéndose preso entre dos mundos,
encendió un fuego ritual, bailó una danza tradicional de su tribu, se arrancó
las piezas dentales que le habían colocado y se disparó un tiro en el corazón
con una pistola que había robado.
La periodista Pamela Newkirk se ha encargado de dar a
conocer la historia de Ora publicando un libro, titulado "Espectáculo; La
Increible vida de Ota Benga" donde cuenta las experiencias del muchacho,
aportando datos recogidos de documentos históricos.
Fuente: Memoria de Africa
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